Siempre hemos percibido la madera mediante la vista, el tacto y, en ocasiones, el olfato. Pero si profundizamos un poco más podremos apreciar la madera incluso con el oído y el gusto.
EL TACTO DE LA MADERA
Tocar madera es una de las supersticiones mas conocida que existen. Sea por creencia religiosa, superstición o tradición la madera ha sido en el transcurso de la historia para diferentes culturas, un sinónimo de buen augurio y proveedora de virtudes.
A lo largo de la historia la madera ha sido símbolo de protección ante los males para muchas culturas. En el 2000 a.C. se creía que el dios del fuego habitaba en las vetas de la madera, ya que durante las tormentas eran frecuentes los rayos que caían en los grandes robles. Por eso los robles eran considerados árboles de culto. Los celtas, que rendía culto a los dioses de la naturaleza, pensaban que si tocas un árbol te ponías en contacto con su alma, consiguiendo protección al individuo que realizaba dicha acción. También su origen puede tener relación con la cruz de Cristo, ya que los cristianos consideraban que tocar la madera de la cruz traía buena suerte. Se dice que es mejor tocar madera viva de la naturaleza. Muchos terapeutas del bienestar e incluso médicos tradicionales lo recomiendan para aliviar dolencias o eliminar estrés.
Abrazar un árbol es una práctica cada vez más común que se sigue extendiendo por sus incontables beneficios: nos fortalece, nos sana, nos recarga de energía y nos tranquiliza.
Un árbol es un ser vivo, al igual que nosotros, y por lo tanto, tiene energía vital que se puede captar por contacto físico.
