La creosota se ha utilizado durante muchos años
para la protección de la madera expuesta al exterior, en los últimos años se ha limitado su uso debido
a las posibles consecuencias negativas que puede tener en la salud.
La creosota es un protector orgánico natural de la madera.
Se derivan de la resina de las hojas del arbusto de creosota (Larrea) y de la
madera de haya (Fagus) y de productos químicos con origen en el alquitrán.
Ha
sido utilizado durante años por la capacidad de retención, penetración y
protección que presenta, uno de sus usos más característicos ha sido para el
tratamiento de traviesas de tren. Algunas de esas traviesas que han sido
sustituidas, se han reciclado formando parte de jardines o parques privados. No
obstante, desde hace varios años, la creosota sólo puede ser usada si no existe
otra alternativa.
Debido
a su composición, la que cuenta con sustancias tóxicas como por ejemplo el
benzopireno, se ha demostrado que determinadas concentraciones de benzopireno,
pueden ser más cancerígenas de lo que anteriormente se le atribuía. La
DIRECTIVA 2011/71/UE DE LA COMISIÓN ha indicado su prohibición para el
tratamiento de la madera, indicando que no se podrá comercializar la madera
creosotada.
Por
eso, en la actualidad sólo se permite el uso en instalaciones ferroviarias,
cercados, postes, es decir, en aquellas instalaciones en las que la madera está
en contacto permanente o semipermanente con el suelo, agua dulce o salada.
Su
uso está prohibido en terrenos de juego, muebles de jardín, contenedores
para cultivos, edificios de interior… evitando con estas medidas, el contacto
con la piel, la ingestión o inhalación de vapores de creosota.
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